miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ser Diosa y otras malas costumbres

*Ilustración by (el gran) Luis Royo

Muchos ya me conocéis, pasáis por aquí a menudo fieles a unas letras y adictos quizá a una forma de dejar escapar los sentimientos.
Sabéis que suelto las cosas tal cual las pienso, no me preocupa si con ello genero comentarios, simpatías o ganas de arrancarme los pelos.
Soy como me gusta ser.
No soy un ejemplo a seguir, ni bueno ni malo, simplemente soy.
Soy una persona egoísta, este blog no intenta ayudar a nadie, 
salvo a mí misma.
Podéis sentiros identificadas en cada una de sus letras pero no os servirá de nada.
No hemos vivido la misma vida, nuestra forma de actuar será distinta y nadie debería deciros cómo hacer las cosas ni qué hacer con vuestra vida.
Simplemente abriros en canal, como hago yo aquí, 
coged un papel o una servilleta, y un boli.
Llorad sobre él y que vuestras lágrimas sean de tinta, 
son las que más limpian...
Pero, por favor, no me hagáis un pedestal que no merezco,
que desde ahí las caídas son la ostia.

Siempre preferí tener los pies sobre los hombres de cualquiera a tenerlos en el suelo, seguramente ni la OMS me recomendaría (las fábricas de condones sí... estoy yo por montarme una franquicia de Durex a ver si me puedo hacer descuento). Llevo 29 años haciendo lo que me da la gana (mi madre aún no se ha dado cuenta creo), mis padres educaron a una mujer independiente, yo me eduqué para ser fuerte y luchadora.
He cometido errores (tú el mejor de todos ellos), y volvería a cometerlos porque me han hecho como soy. Me he hecho daño a mí misma, y seguramente a otra gente, incluso conscientemente, y eso no dice mucho bueno de mí. Me he caído muchas veces y me he levantado otras tantas, que para eso tengo ovarios (dos y preciosos seguro).
Nunca me quedé sentada esperando el tren, yo me subía siempre a los que estaban ya en marcha, nunca perdí uno tampoco, siempre se dio mejor hacerlos descarrilar.
Siempre he estado al lado de mis amigos y de la gente que me necesitaba aunque no lo fueran. Pero ya, hasta aquí, nunca he intentado dirigir, ni marcar, ni reconducir la vida de nadie.
Soy fiel seguidora de Sexo en Nueva York y ni muerta haría caso de los consejos de esa puta loca de los zapatos...¡¡Tardó 40 años en casarse!! No necesitáis consejos, las respuestas siempre están dentro de nosotras, aunque nunca queramos hacer las preguntas no vaya a ser que demos con la tecla, ¿¿verdad chicas??

Y por qué escribo esto, os preguntaréis, pues simplemente porque creo que hay una oleada de egos disparada en Twitter y sus consiguientes blogs, de chicas a las que les dijeron que escribían bien y ahora poco menos se sienten como Esperanza Gracia y Punset juntos, como si tuvieran el secreto de la vida y con suerte, alguna habrá vivido más de 20 años en ella. Pero oye, ellas entienden de todo, de hombres (sí, esos que aún no tienen claro donde se mete la polla), de amigas (sí, esas que como te descuides le enseñan a tu "hombre", el de antes, donde se mete la polla), de dolor (sí, porque eso de que ahora tu "hombre" prefiera hablar con tu amiga y no te dirija la palabra, duele horrores, por no hablar de lo jodido que es quemarte el pelo con la plancha), de sexo (sí, porque todos sabemos lo que anima al personal decir guarradas, y claro, a ti que te han dado por todos los sitios y no en plan metafórico, y que has alcanzado tu madurez sexual pensando en Justin Bieber y el Pattinson, de eso sabes un montón)... 
En fin, que ellas disfrutan siendo Diosas y su horda de fans se quieren ver reflejadas en un espejo que ni siquiera tiene una imagen definida de si misma. Y no, resulta que yo me niego a eso, me niego a cargar con la responsabilidad de que alguien quiera verse reflejada en mí misma. 

Nunca busqué el halago, aunque siempre lo agradezco, pero de igual a igual.
Yo no sé más que nadie, yo no soy más ni menos que nadie, y aprendo de toda la gente a la que observo y leo día a día. No sé de hombres, sé de los míos, y aunque puedan parecerse, yo de los vuestros no sé nada. Cada polla es un mundo...
¿Por qué iba a valer algo de lo que me ha servido a mí para ellos?
Estáis locas si os dejáis guiar por lo que digan otras...

Abrí este blog creando un personaje, para no implicarme, algo que se me ha dado fatal porque he acabado contando algo peor que mi vida...mis sentimientos. Pero no os hacéis una idea de la terapia tan saludable que es. También tengo otras terapias, no os vayáis a pensar. Un té, una boca que no te deje pensar, un paseo por la playa...cualquier método es bienvenido. Buscad vuestras terapias y no os baséis en las de los demás. y por favor, nunca os sintáis inferiores a nadie, que es lo que se hace al colocar a alguien en un pedestal.
6000 o 50 followers no te dan, ni te quitan más sabiduría, ni más razón, ni más experiencia, ni más vida.
Todos y cada uno de los que me leéis me hacéis grande y, a pesar de los tacones, seguro que nunca estaré a la altura de las expectativas. Esto también me sirve para daros las gracias, por animarme cuando me hace falta, por compartiros conmigo, por no dejarme aunque me fuera. Gracias por hacerme ser sólo una más. Me encanta. 






















lunes, 26 de noviembre de 2012

Dante


*Photo by David Long

La Luna se tiñe de desesperanza esta noche,
busco a Bosco (Lee aquí su historia) y no le encuentro.
Su silla en el pub está vacía,
me acerco al hotel en el que pasamos la noche.
Abro la puerta, me golpea ese olor a rancio de los secretos de alcoba y
las promesas incumplidas de un "ya te llamaré",
unos ojos curiosos me miran y me desvisten de inmediato...
Le recuerdo.
Dante
Nos entregó las llaves de la habitación aquella noche. Me alegro interiormente de llevar puesto este vestido ajustado rojo y conjuntado a la perfección con el carmín de labios "rojo perversión", el tono blanco de mi piel y el pelo recogido le dan el aire de seguridad y confianza que hoy me falta a mí, los botines de tacón alto y la ropa interior negra le dan a mi conciencia el alma de puta que necesita.
Dante es delgado, moreno, con unos ojos curiosos que, a duras penas, logran ocultar lo que sus pantalones desean. Demasiado bajito para mi gusto, eso sí, pero demasiado follable para mis ganas...

-¿Sabes algo de Bosco? - Le pregunto.
-Estuvo hace un par de noches con su mujer favorita, Ginebra creo que se llama, una puta barata -
Una punzada de celos me ataca al estómago...No, hace días que no soy capaz de comer nada sin vomitar, solo es eso, me niego a mí misma.
-Me dejó un mensaje cuando estuvimos aquí, necesito encontrarle..
(Necesito follármelo para olvidarme de mí misma, necesito dejar de sentirme sola entre la soledad de sus brazos, dejar de pensar... Con él no hay mentiras, ni dobleces, no hay mañana ni lo espera. Quiero devolverle lo que le han robado, solo un poco de luz. Sé que me desea. ¿Por qué no me ha llamado? ¿Por qué durmió conmigo? ¿Por qué me dejó acariciarle la polla? ¿Por qué la nota al irse? ¿Por qué me ha usado como todos?...)

No se si he dicho todo eso en voz alta o solo lo he pensado en mi cabeza pero Dante me mira sorprendido, su mirada ha cambiado, sería capaz de abofetearle si viera en ellos una pizca de compasión, pero solo es curiosidad, ternura, y comprensión.

-No quiero entrometerme pero, ¿ha pensado que puede estar huyendo de usted para hacerla un favor? ¿Qué puede querer una mujer tan bonita como usted de un tipejo como Bosco? -
-Lo mismo que podría querer de ti, un cuerpo nada más, -le contesto con voz temblorosa - poder caer exhausta sobre la cama y volver a vivir.
-Olvídese de él, es lo mejor.

Me debato entre hacerle caso a mi orgullo y a Dante o a mis más bajas necesidades.
Ganan las segundas..
-Déjame papel y algo para escribir, por favor, le dejaré un mensaje.

Querido Bosco:

Sé que debo dejar de buscarte, pero algo me lo impide.
Necesito sentir el calor de tu cuerpo, quitarme la coraza contigo.
Necesito lo que das, la ausencia de promesas, la falta de un mañana.
Todo mi cuerpo tiembla ante tu solo recuerdo, necesito más...
Probarte, volverte loco, ver el deseo en tus ojos, 
sentir que puedo volver a hacerte sonreir, 
quizá con mis mejillas acaloradas,
quizá con mi espalda arqueada sobre ti, 
quizá con tu polla hundida en mi garganta y el rímel corrido...
Quizá me sienta libre cuando me derrame sobre tu boca,
o contigo dentro.
Quizá ahí encuentre el camino para empezar a andar de nuevo.
Sé que lo deseas.
Sé que me deseas..
Ven.

Saco del bolso un billete de 20, me detengo a escribir algo en él, lo doblo y se lo entrego a Dante junto con la nota para Bosco.
Me doy la vuelta sin más, mordiéndome el labio inferior, camino contoneando mis caderas, me siento observada y deseada. Espero que lea el billete..

Y tú Dante, ¿follarías conmigo en cualquier lugar de este hotel?

Se aleja por las calles oscuras,
sus tacones en el suelo hacen resonar esta canción

Cuan necesario se nos hace a veces un cuerpo para olvidar, generalmente, a otro.
Y ese es nuestro mayor error, refugiarnos en los fantasmas de los demás para sentirnos vivos.

Continuará...











jueves, 15 de noviembre de 2012

De bragas, hombres y otros desatinos.


*Photo by François Benveniste

HOMBRE:  m. varón (ser humano del sexo masculino).

Últimamente mis problemas llevan ese nombre, y no uno con nombre y apellidos, sino en su forma más general. 
Altos, bajos, guapos, feos. casados, solteros... 
Variedad hay mucha (3.600 millones. Polla arriba, polla abajo) y lo curioso es que no soy capaz de encontrar uno al que querer. Y digo al que querer porque, por suerte o por desgracia, que me quieran tengo unos cuantos. Y no, la verdad que aunque suene halagador, no es más que un cargo de conciencia por no poder corresponder de igual forma.

Últimamente pierdo el interés con la misma facilidad que hace años las bragas, y digo que hace años porque hoy en día ya no las pierdo,
 las dejo caer, que al precio que están los conjuntos de marca, 
no está la cosa para irlos perdiendo así como así.
Daba igual perderlas antes, cuando llevabas de esas de algodón blancas con lacito y/o agujeritos, que ahora puedes comprar en el Carrefour a 3x2, o aquellas del mercadillo que te había comprado tu madre un día que bajó a mirar telas para las cortinas de la cocina,
 cuando le sonó a gloria aquello de: 
-¡Qué bragas tengo señora! ¡Me las quitan de las manos oiga!
 Por ser para usted 3 por 5 euritos...
Y ahí estaba tu madre sacando el monedero
(de la teta izquierda, que en el mercao ya se sabe...),
imaginando la cara de ilusión que pondrías cuando te diese esas maravillosas bragas que, además de taparte el culo iban a taparte hasta la garganta y, por si fuera poco, las tenías en tres colores:
Rosa vómito, azul pitufo y blanco roto, pero roto el color porque las muy hijas de puta no se rompían nunca...
Y claro, tú que quieres mucho a tu madre pues, fingiendo cara de ilusionada le dabas las gracias, imaginando lo cara que te va a salir la factura del dentista del primer maromo que, en un arrebato de pasión, quisiera arrancártelas con los dientes... o pensando en otro maromo que, en el momento álgido del tema, decidiera que es mejor apartarlas que bajarlas, y pasara diez minutos arrebujando tela hacia un lado como si de una carpa de circo se tratara...asi que mientras eso pasa por tu mente, tu boca con vida propia decide soltar un:
 -Me encantan mamá, ya necesitaba alguna nueva. 
Pobres madres, si supieran que son las que usamos cuando tenemos la regla o "pa trapos", y que preferiríamos ir sin bragas a una cita antes que ponernos esas...Aunque bueno, estas tienen una ventaja, la lavadora nunca se las traga, cosa que con los tangas de La Perla no pasa, y es que creo que, las lavadoras (como los perros) se parecen a sus dueñas, o al menos la mía tiene el mismo buen gusto que yo.
En fin, que me he dispersado, que hablaba de hombres no de bragas, aunque ambos intenten, con mayor o menor éxito, tapar y, sobretodo, meterse por los mismos huecos.

Para explicar lo que me pasa con los hombres en mi vida, los englobo en categorías.

1. Tengo amigos. Muchos. Gente increíble que siempre está ahí y a la cual quiero mucho (pero que no tocaría ni con una palo).

2. Tengo fuckfriends. (follamigos para la clase obrera y para el corrector ortográfico que lo da por bien escrito). Creo que no los suficientes. Gente increíble que siempre está ahí (a no ser que en ese momento tengan novia) y a la cual quiero mucho (sobretodo cuando me dan lo mío).

3. Tengo ex novios. Los cuento con los dedos de una mano. (demasiados para mi madre). Gente increíble que siempre está ahí (a veces dándose de cabezazos por haber hecho las cosas mal y haberme perdido) y a la cual quiero mucho (con los que jamás volvería y por recomendación facultativa no incluyo en la categoría anterior nunca, pero que mi madre de vez en cuando invita a comer).

4. Tengo gente por conocer (no mamá, los primos lejanos y el hijo de la Pepi no entran). En abundancia. Gente que no siempre está ahí (pero les vas cogiendo cariño) y a la cual no quieres (pero intentas vislumbrar si encajarían en alguna de las categorías anteriores).

Vamos, que no me quejo, que estoy rodeada de hombres, con o sin intenciones hacia mí, aunque me voy a centrar solo en la última categoría, que es la que más problemas me da, la gente por conocer...
De entrada hay algo que te gusta, no tiene porque ser físico, a mí me suele pasar más bien con la personalidad. Me gusta el juego y que jueguen conmigo (que me vacilen no), me gusta ese tonteo intelectual, que tengan la lengua y el cerebro muy sueltos,
que me hagan reír y que aumenten mi curiosidad.
Evidentemente también me tienen que atraer físicamente, quizá por su pelo rubio, su mirada, sus manos o ese cuerpo que se intuye divino bajo la camisa...y claro, aquí vienen los problemas con las expectativas.
Aunque no queramos las mujeres somos muy de montarnos películas, y al final, lo que nosotras creíamos que era un tonteo intelectual no eran más que dos cervezas a tiempo, que lo que te hacía reír te acaba pareciendo un payaso, que no era rubio sino castaño claro, que esa mirada penetrante la medicina lo denomina miopía, que esas manos increíbles nacieron para tocarse los huevos y que, bajo esa camisa solo había un abdominal pero hacia afuera.

Y es que.. ¿queremos que nos guste alguien a toda costa?

Si después de darte cuenta de todas esas cosas te sigue gustando, ese es tu chico...y yo hasta ahí llego, pero de ahí no avanzo y acabo perdiendo la ilusión y desinflándome como un globo. Quizá influye el hecho de que los hombres quieren calentar muchas sartenes a la vez,
y yo soy mujer de un solo fuego.

También me pasa lo contrario claro está, cuando yo me ilusiono pero no se ilusionan conmigo, y acabo dándome una y otra vez contra un muro infranqueable, porque las mujeres tendremos coraza, pero los hombres construyen muros de titanio. Y como te gusta mucho pues lo sigues intentando, y él encantado claro, detrás de su muro hay una chica que le dedica atenciones, mensajes...que estará ahí siempre...y él no se siente vulnerable. Con mucha suerte construirá una puerta en el muro que abrirá de vez en cuando para que ella pase, pero como un bis a bis, después vuelve a tu lado del muro princesa y vuelta a darte de cabezazos, para que no se diga que no lo intentaste.
¿Y cuál es el problema ahora?
Pues que cuando has conseguido hacer tu propio agujero en el puñetero muro, estás ya demasiado cansada para intentar nada más (y él tan fresco), y la ilusión vuelve a desaparecer.

Así que al final llego a una conclusión.
Para que se dé una relación tienen que darse tres condiciones:
 - Que yo esté dispuesta a currármelo.
 - Que él esté dispuesto a currárselo.
 - Que ambos estemos dispuestos a dejar que el otro se lo curre.

Si se dan estas tres cosas tienes un puesto asegurado en cualquiera de las tres categorías mencionadas al principio, o quizá en una cuarta, que sea "el amor de tu vida", pero en estos momentos en esa categoría no hay nadie, aunque os juro que me gustaría..


En el momento de publicar este post estoy ilusionada, y mucho, solo el tiempo dirá en que categoría entra...
y no, esta vez no quiero perder la ilusión y sí las bragas,
el resto depende de ti.

Que jodidamente bonito es todo cuando se está ilusionado ¿verdad?

Y esta es la canción que a mí me trae la mayor ilusión del mundo... Debilidades de una.
















                   

domingo, 4 de noviembre de 2012

Gemidos en 140 caracteres



¿Cuántas palabras son necesarias para excitar tus sentidos? 
¿Cuántos caracteres son necesarios para transmitir algo? 
¿Cuántas letras utilizarías para expresar tus más bajos instintos?
Yo, 140.

Tacones del 10, falda negra de tubo, camisa blanca de satén,
pañuelo al cuello, sonrisa desabrochada...
camina sabiéndose admirada.

Él la está esperando, camina impaciente, inquieto, solo lleva
puesto el reloj, así lo ordenó ella... Será la última vez,
se siente marioneta.

Ella pulsa el botón del ascensor, sube con un hombre cuya
edad parece que no le permite alzar el cuello de su escote, 
ni contener sus babas.

Mete la tarjeta para abrir la puerta, ahí está su antojo, 
fiel, aunque enfadado, 
solo hace una hora que le escribió un mensaje: 
"Me apeteces"

Le ordena sentarse en la cama, aún no se han tocado, él se
muere por hacerlo, por sentarla encima y darle unos buenos
azotes... es la última.

Ella se coloca de cara a la pared, sonríe pícara, separa sus
piernas levemente, va subiendo su falda lento, le mira. 
Joder, no lleva bragas...

La odia, la detesta por tener el poder de hacerle perder la
cabeza, la desea, la necesita...
Admira sus piernas, su culo, ve como se acaricia.

Ella curva su espalda, humedece sus dedos en la boca, y los
pierde entre sus piernas al igual que su sentido, entran suave,
palpita...

Él los mira entrar y salir, si pudiera la reventaba, si pudiera los lamía. 
Puede olerla desde la cama, dulce, caliente... 
cierra los puños.

Se sabe torturadora, se sabe dueña, se sabe una gran hija de puta...
Y lo disfruta, y se corre en su mano, y él suplica:
-Déjame beberte.

Camina hacia él, le tumba en la cama, y con la falda por
cinturón se sienta encima de su boca. 
-Bebe. 
Se siente devorada, gime, y se corre.

-Tengo que irme - dice ella 
-Pero... 
-Ha sido un placer, como siempre 
-No puedes dejarme así Alex! 
-Puedo. 
Sale por la puerta, él da un golpe.

Dos, tres...está enfadado, furioso, frustrado, jodidamente
cachondo, y aún puede olerla en su cara. 
La odia, pero sabe que no será la última.

Recibe un mensaje: 
"Me encanta saber que eres mío y que
puedo hacer contigo lo que quiera" 
y mira por el ventanal de la Habitación 540.



Y ahora...
¿Podrías explicarme tú, con 140 caracteres, qué has sentido al leerlo?