lunes, 14 de octubre de 2013



Duele.
Duele no tenerte.
Duele no encontrarme.
Duele no latir.

¿Es un adiós?, pregunté
Es un adiós, respondió
Dejé de latir en ese instante...

No era la primera vez, ya lo había hecho antes,
sólo una cosa cambiaba...
Yo, ya era un juguete roto..

Tengo una cita importante con el taller de reparaciones,
no debería estar pensando en ésto, no debería llorar por no
tener la mano de aquél que me hacía seguir adelante.
Lo sé, me lo recuerdan todos cada cinco minutos...
¿Tienen idea alguna de lo difícil que es?
Seguro que sí, la vida es muy hija de puta y todos han sufrido mucho.
Pero éste es mi dolor, y sus palabras no me infunden alivio...

Quieres llamarle, contarle lo que pasa,
decirle que tienes miedo, pedirle que te abrace,
que no te suelte, que te demuestre lo importante que eres...
Pero ir de víctima no te pega y no quieres darle lástima.
Te callas.

Quieres gritar, romper algo, enfadarte...
Pero no, te quedas ahí, rompiéndote tú por dentro, sin voz y en un charco de lágrimas.
Y entonces te acuerdas, y las promesas... ¿dónde las había puesto?
Sé que estaban por aquí, la última vez que las vi salían de su boca.
Había otras que me dejó en forma de letras, otras,
las que escribió con saliva en mi espalda...
Dónde coño las habría puesto que ya no era capaz capaz de encontrarlas.
Pensé que podría encontrar al menos ése...
"pase lo que pase, no te dejaré sola jamás", y enseñárselo;
quizá, si yo no era capaz de encontrarlo,
a él también se le podía haber olvidado...

Qué insignificante te sientes ahora,
cuánto miedo de no poder con ésto sola
No estás sola, tienes gente que te quiere, y te quieren los que están
Pero tú éso no lo valoras...
Sólo sabes que te falta algo dentro,
miras y no hay nada más que vacío y oscuridad.
No hay ni una rendija por la que entre un poquito de luz,
no se dejó la puerta entreabierta al marcharse
y hasta en las ventanas echó el pestillo.

¿Por qué?
¿Qué hice mal?
Sé sincera.
Como leí el otro día a Pli..."hasta yo hubiera huido de mí".
Y con éso lo comprendo todo.
Viene la culpa, el autocastigo, la pastilla debajo de la lengua,
las batas blancas, el Bip de la máquina, la mirada perdida,
las lágrimas de los que te ven así.

¡Para!
Quieres que todo pare.
Notas el calor de una mano agarrando la tuya, no le conoces.
Te habla. No le escuchas, pero dice que es médico y va a arreglarte...
¿Que sabrá este tío de lo que a mí me pasa?
Cierras los ojos, un segundo de paz, dos, tres...

Bip... Bip... Bip...

Duele.
Pero tranquilo corazón,
que en unos días este señor dice que te arregla...

Estoy cansada, cansada de mi estúpida seguridad de saber
que siempre vas a estar conmigo...

En este mundo hay personas que, nada más conocerlas,
te tocan el alma.
Sin saber cómo o por qué,
hacen que tu corazón lata.
Éso me pasó a mí con él y, ahora que ya no está,
tengo miedo de que jamás lo haga.













2 comentarios:

  1. Muy bueno. Yo ahora también estoy dolida y no sé muy bien qué hacer. Tus palabras me han llegado. Gracias por dejar que te leamos y te comprendamos.
    Te sigo en Twitter y me gusta leer tu blog.
    Un beso, Cristina.

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  2. Muy bueno, mi blog esta dedicado a sentimientos como este. Verims.blogspot.com.es ¡Ánimo!

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