viernes, 3 de enero de 2014

Trío no siempre son tres...


Threesixanfive
Caminas por la calle, el sonido de tus pasos como único compañero. La noche es fría, húmeda, en muchos sentidos te recuerda a ella, a ésa que ya no está. Bonita pero, sola, muy sola…
Algo hace que te detengas, una sombra unos metros más adelante, en una de las callejuelas paralelas, una sombra de piernas largas y falda corta. Tus ojos intentan enfocar, puedes sentir una energía emanando de su figura.
Avanzas unos pasos más.
Comienzas a distinguir la palidez de su piel, el rojo de sus gruesos labios, su pelo negro recogido deja al aire su delicioso cuello. Su mirada se encuentra con la tuya. ¿Es miedo lo que lees en sus ojos?

Una nueva figura surge a su lado, es un hombre. Puedes ver como su mano agarra de las mejillas con firmeza la cara de ese ángel desvalido. Sientes que la agresividad y el instinto protector empiezan a recorrerte. Avanzas un paso más y ella vuelve a mirarte. Esta vez sonríe maliciosa. Te detienes. Se muerde el labio y vuelve a mirar a su acompañante. Desafiante.
Él le coma la boca.
Ella desliza su mano hasta la cremallera de sus pantalones. Puedes ver sus lenguas jugueteando, puedes sentir el hambre que se tienen, que se provocan… No sabes qué hacer. Te escondes. No quieres dejar de mirar, ella sabe que estás ahí, entonces..
¿Por qué lo hace?
Un gruñido resuena en el aire:
-¡Zorra! Me has mordido.
La agarra por el cuello llevándola contra la pared. Ella sonríe triunfante. Puedes ver como, sin soltarle el cuello, separa sus piernas y hunde la mano.
-Así que ésto te pone caliente…
steampunkgasoline
Atónito. No te lo podrías creer si no fuera por la erección que se aprieta contra tus pantalones. A ti también te pone caliente. Cierras los ojos un segundo, los abres aún incrédulo. La sombra del hombre se agacha, observas sus manos acariciando lentamente las piernas, puedes distinguir la liga de las medias a medida que sube lo que parece un vestido no una falda. Un poco más arriba…

-Joder, la muy hija de puta no lleva bragas.- piensas…

Ves como acerca su cabeza, como la mano de ella le acaricia el pelo atrayéndolo a su vez hacia sí misma. Casi puedes sentir el sabor de su sexo en la lengua…salivas…

El sonido de un gemido femenino, una pulsión dentro de tus pantalones. No quieres apartar la mirada. El cuerpo de ese ángel pegado a la pared, arqueando por momentos su espalda, tirándole del pelo…
Le hace levantar la pierna, apoya la suela de sus zapatos de tacón en su hombro. Jurarías que puedes notar como hunde hasta la nariz en ese infierno, como entra y sale su lengua en busca de más líquido. Te llevas la mano al paquete, ¿hace cuánto no estabas así de excitado? Te acaricias por fuera, la presión aumenta. Entonces vuelves a verla mirándote a los ojos, con los labios hinchados por los besos, de tez blanca y a la vez hermosa, entre sombras y a la vez iluminada.

¿Y si fueras tú ese hombre?
¿Y si pudieras hundirle los dedos abriendo su carne hasta que cortara el silencio con sus gritos?
¿Y si tuvieras la cara empapada de todos sus jugos y no                       parases hasta que se hubiera corrido varias veces para ti?

Te incita. Te desabrochas el vaquero, acaricias tu polla por encima del bóxer. Ella se lleva los dedos a la boca sin dejar de mirarte, los lame. Encima juguetona…
¿Y si te ve alguien?
Te da igual, te la sacas y empiezas a tocarte. Dos dedos entrando y saliendo de su boca. Menuda zorra. Sientes el calor pegajoso en la punta de tu polla, en tu mano. Escuchas los gemidos de ella, los jadeos de él, los latidos de tu propio corazón en tus oídos. Su pecho subiendo y bajando a través del abrigo abierto, la cabeza echada hacia atrás. No hay control, para ninguno de los tres. Ella desea verte, tú deseas verlos a ellos. Tus huevos se van cargando, tu mano cada vez va más rápido. Desearías ser tú el que le follase la boca, apartar sus dedos y hundirla hasta su garganta, que sus gemidos quedasen ahogados por la leche caliente que derramarías en ella, mientras a la vez se corre…
Estás a punto, más fuerte, igual que le pasa a ella. Gime, agonizas; empuja su cabeza, tu mano aguanta las embestidas. Todos tus músculos tensos. Calor. Tensión. Un grito ahogado…

Todo se vuelve negro, cierras y abres los ojos despacio, tu semen aún gotea hacia el suelo, un leve mareo y ella sonriendo.

El hombre ha alejado la cabeza de entre sus piernas, aún sin levantarse la acaricia. Es preciosa y jodidamente malvada. Apoya el pie en el suelo, se coloca bien el vestido, se abotona el abrigo y él se levanta. Guardas tu propia polla, la cremallera, la compostura y el escalofrío que recorre tu espalda. Sales de tu escondite, se dirigen hacia ti, él la lleva sujeta del brazo, posesivo.
Pasan a tu lado, charlan…
-En cuanto lleguemos a casa pienso hacer que grites de nuevo.- le oyes decir a él.
No te ha prestado atención, no sabe que les has visto, pero ella…ella sí. Ella…ella te ha sonreído. Hueles su perfume, escuchas el sonido de sus tacones alejarse. No podrás olvidar jamás esa experiencia, ni el sabor que dejó en tus labios.
Sigues caminando, ya no hay noche sin ella.



Lo bueno de escribir es que puedes contar las historias desde el punto de vista que elijas. Siempre me he preguntado cómo vivió aquel chico la experiencia de una pareja que, dejándose llevar en la calle, provoca el placer de una tercera. Siempre quise estar en su mente por un segundo y saber qué sentía mientras, en mitad de la noche, me corría para él.

2 comentarios:

  1. Lo consigues todo, niña...
    Me has hecho desear ser cualquiera de los dos hombres, me has hecho verte nítida, incluso yo podía olerte.
    Mágica

    L.

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  2. Jodidamente genial. Consigues siempre que los lectores se sientan como los protagonistas de la historia. Eres increíble. Esperaré nuevas entradas! Un beso!

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